La República que querían los verdaderos republicanos,
era la del respeto a todas las libertades y discrepancias; la que
permitiese distintas alternativas de poder dentro de una amplia gama de matices
ideológicos; la que atendiese las verdaderas necesidades de la sociedad por
medio de la propuesta, del debate y de la votación. No querían la República de
partido único en la que no se permitían disidencias organizadas. En una
palabra: no querían la república de la zahúrda, del bozal, del grillete, ni la
de oír, ver y callar. En una palabra: la que querían era la del respeto, la del
orden y la de la libertad.
Decía un pedante marxista infumable hace más de 20
años, que con aquella República “se abría para España la posibilidad de
un régimen democrático que realizase las reformas progresistas que se habían
ejecutado en los países de la Europa nórdica y occidental”. Mentira. Nunca
se miró para los citados países. Durante la campaña electoral del año 1.936,
Largo Caballero decía: “Establecida la república, nuestro deber es
traer el socialismo. Y cuando yo hablo de socialismo, no hablo de socialismo a
secas, hablo del socialismo marxista”.
Cuando se elaboró la Constitución de 1.931,
Jiménez de Asúa, izquierdista y republicano, “citó las Constituciones
elegidas como modelos: la de Méjico de 1.917 y la de Rusia de 1.918 a las que
denomina constituciones madres”.
Conviene leer la obra del comunista Castro Delgado,
organizador del Quinto Regimiento, titulada “Hombres made in Moscú”,
comentado en este blog con fechas 26, 27, 28, 29, 30 y 31 de mayo de 2024,
donde se habla de construir el socialismo.
El 14 de Marzo de 1.936 en la reunión de las primeras
Cortes, el diputado comunista Vicente Uribe levanta el puño y comienza a cantar
“La Internacional”.
En Julio de 1.933 nace la Asociación de Amigos de la
Unión Soviética.
Los manifestantes del 1º de Mayo en Sevilla pidieron
el desarme de las tropas y el reconocimiento de la URSS.
El 21 de Diciembre de 1.936, el Jefe de Gobierno de
Valencia, Largo Caballero, el Lenin español, recibe una carta fraternal
de Stalin, Vorochilov y Molotov dándole cuatro consejos sobre la forma de
llevar la revolución en España.
En un cartel editado por Izquierda Republicana
(partido de Azaña) aparece el emblema marxista de la hoz y el martillo.
En algunas calles se colocó el rótulo de “Avenida de
Rusia”.
Como se ve, no aparecen por ningún sitio alusiones a
Suecia, Noruega y Finlandia.
Nos imaginamos que en estos países no se amenazasen de
muerte a sus diputados, como estaba ocurriendo en España. (“Usted ha
hablado por última vez”, o “Si se cumple la justicia del pueblo, su Señoría
morirá con los zapatos puestos”).
Sobre la construcción de millares de escuelas durante
la República, tema del que muchos hablan, no opinaba lo mismo Salvador de
Madariaga que, como saben fue, entre otras cosas, Ministro de Instrucción
Pública. Cuando fue nombrado para el ministerio de Educación, en la primavera
de 1.934, había en España “10.500 maestros sin escuela y 10.500
escuelas sin maestro”. A los dirigentes republicanos se les planteó un
problema, que ellos mismos buscaron: querían desalojar a la Iglesia del campo
educativo. Esto llevó a que “entre 350.000 y 700.000 niños cayeran bajo
la responsabilidad del Ministerio de Instrucción Pública”. Sobre este tema
también comenta el señor Madariaga: “el primer ministro de Instrucción
de la República, el maestro catalán Marcelino Domingo, creó 7.000 escuelas
sobre el papel, 3.000 en realidad”.
Muchos “historieteros” califican a Gil Robles, jefe
político de la CEDA, de fascista y justifican la Revolución del 34 diciendo
que “no fue tanto un intento revolucionario como tratar de impedir el
acceso al poder del fascismo por la vía legal”.
No se comprende muy bien cómo un señor encargado de
elaborar , junto a otros, el proyecto de la Constitución del 31, pueda ser
calificado de fascista, teniendo en cuenta, como se dijo anteriormente,
lo de la Constitución madre de Rusia de 1.918. El programa político de la
CEDA “preconizaba un equilibrio en el enfoque de los problemas sociales
mediante la intervención limitada del Estado”. Por otra parte, Gil
Robles “se opuso vivamente a que la CEDA participara en el alzamiento
militar del 18 de Julio”.
Otra cosa que no se comprende es que para evitar el
acceso del fascismo, se haya tenido que constituir el Ejército Rojo, según el
Bando publicado por el Comité Revolucionario de fecha 9 de octubre de 1.934 y
también, entre otras cosas, quemar bibliotecas.
Varios de dichos “historieteros” comparan el Frente
Popular español con el Frente Popular francés diciendo que ambos aplicaron un
programa de izquierda moderada muy semejante.
Vamos a transcribir textualmente un pasquín del Frente
Popular, que circulaba por Francia, en el que se aludía a la capacidad
del comunismo “para absorber a sus aliados circunstanciales”. Decía
así:
“LE FRONT POPULAIRE ¡Francais!, si vous
voulez être mangés par les communistes, marchez et votez avec les
radicaux-socialistes, ou les socialistes!”.
Dichos “historieteros” seguro que no han leído el
estudio minucioso que hizo el profesor Burnett Bolloten sobre la infiltración
comunista en el poder republicano. O también, lo que decía al respecto
Federica Montseny, ministra de Sanidad anarcosindicalista.
¿Y qué dicen estos “historieteros” de las ocho
condiciones lanzadas por el PCE el 18 de Diciembre de 1.936 para ganar la
guerra? ¿Acaso no tenía que ser el Gobierno quien dijese qué era lo que había
que hacer para conseguir la victoria? Lo que sucedía era que el PCE, apoyado
por la URSS, se tomó unas atribuciones que no le correspondían a tenor de los
15 diputados que tenía en el Parlamento.
Como recordarán, en la Puerta de Alcalá madrileña
había fotografías de los jerarcas soviéticos que ven en la imagen, con el
rótulo de ¡Viva la URSS! En la Puerta del Sol también había varias fotos del
cruel Lenin.
El republicano Salvador de Madariaga, a su regreso del
exilio en 1.976, manifestó lo siguiente:
“El Partido Comunista no tiene derecho a
participar en sistemas democráticos porque en ningún país en el que ha
alcanzado el poder ha permitido la democracia”.
Uno de los mentados “historieteros”, marxista pedante
infumable, decía que “la quema de iglesias y conventos fue a causa de
una provocación monárquica y en ella participaron no sólo provocadores pagados
por la oligarquía. . .”
Esto lo comentaremos en la próxima entrega.
¡Vaya “vínculo luminoso de nuestro mejor pasado”,
oiga.
Continuará.
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