Como
ya saben, estamos insertando palabras que, al trastocar sus letras, salen otras
con otros significados. Como ya dijimos en anteriores entregas, vamos a ver
otras cosas de la riqueza de nuestro idioma, tales como →significado de
prefijos, oxímoron, calambur, palabras que cambian de significado al sustituir
una letra por otra, onomatopeya, etc, etc.
El
prefijo, como ya saben también, es el que se antepone a la raíz de una palabra
para indicarnos algo sobre ella. Vamos a poner unos ejemplos de palabras que
empiecen con el prefijo “a”, no preposición, y “anti”, prefijos que quieren
decir privación, negación o ausencia de algo. Ejemplos: anestesia, carencia de
sensibilidad; apolítico, que no tiene ideología política; arritmia, carencia de
ritmo; anticonceptivo, que no permite el embarazo; anticonstitucional,
oposición a la constitución.
El
oxímoron es una figura gramatical que usa dos palabras de sentido contrario en
una oración, dando lugar a otra de nuevo sentido. Ejemplos: baja altitud; buen
perdedor.
El
calambur es un juego de palabras que cambia completamente el sentido y
significado de una oración, cuando se alteran, se unen o se separan algunas de
sus palabras o letras. Esto sucede en el diálogo, no en la escritura. Ejemplos:
Mi vecino esconde→ Mi vecino es conde; No se aburra→ No sea burra; Servil,
letal, limpia→ Servilleta limpia; Mi madre estaba riendo→ Mi madre está
barriendo.
Ahora
vamos a ver algunas palabras que cambian de significado al sustituir una letra
por otra. Ejemplos: delación → relación; mala→mula; despejar→despojar; encierro→entierro.
Ahora
veremos palabras que cambian de sentido al trastocar sus letras. Ejemplos: Laponia→pianola;
Nepal→panel; Palestina→penalista.
Ahora
veremos alguna onomatopeya que, como ya saben también, es una imitación a
través de ciertos sonidos lingüísticos con el objeto de imitar el sonido que
queremos transmitir. Ejemplos: ¡Bip!, pitido agudo; ¡Plaf!, golpe o caída;
¡Pum!, ruido con gran estruendo, como el de una explosión; ¡Run run!, ruido del
motor de un auto.
¡Y
pensar que hay por ahí sujetos, sujetas y “sujetes” que quieren que no se use
nuestro rico idioma! ¿Por qué “celaá”?
Continuará.
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