Por mor de esta frase de Su Sanchidad, estamos
viviendo un fenómeno en el que los “mass-media” pierden su independencia
editorial y periodística, debido a su necesidad de apoyo o beneficios por parte
del gobierno, más bien desgobierno.
Cuando dichos “mass-media” dependen de auxilios,
socorros, apoyos y favores políticos, tienden a alinearse con el discurso
inicial para no perder esos momios, lo cual trae unas consecuencias negativas
de mucho alcance, tales como falta de objetividad en la información; debilidad
de la democracia al no poder tener acceso a la información crítica o variada, y
desconfianza de millones de personas hacia los mentados “mass-media”. Los
intereses gubernamentales es lo que priva, oiga.
En principio, tales “mass-media” tienen que cumplir
una actuación fundamental en toda sociedad democrática normalmente constituida,
ya que tienen que actuar como intermediarios entre el poder político y la
ciudadanía, garantizando el acceso a la información pública, fiscalizando a los
gobiernos y promoviendo el debate plural de ideas. Sin embargo, cuando estos
medios comienzan a depender económicamente de los recursos que administra el
poder político, dicha función se ve comprometida. En lugar de operar con
independencia, los medios pueden verse tentados —o incluso presionados— a
modificar sus líneas editoriales para evitar críticas al gobierno o para
favorecer determinadas narrativas oficiales.
Desde un enfoque más amplio, esta situación representa
un riesgo significativo para el funcionamiento pleno de la democracia. Un
“pueblo soberano” mal informado, expuesto a discursos homogéneos y sin acceso a
voces disidentes, tiene menos herramientas para ejercer sus derechos políticos
de forma efectiva. En consecuencia, la dependencia de los medios respecto de
los favores del poder político no solo compromete la libertad de prensa, sino
que también erosiona la confianza pública en los medios y mina los principios
fundamentales del sistema democrático.
En fin, es fundamental promover políticas públicas que
garanticen la pluralidad de voces en el mundo mediático. Si esto no se hace,
llegamos a la situación actual: mordazas por todos los lados, por mucho que se
hable de “regeneración democrática”.
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