Como ya saben, la Cruz es un símbolo cristiano de
hermandad, paz, misericordia, caridad, piedad, indulgencia, compasión, perdón,
etc, etc.
Cuando en 1863 se creó la Cruz Roja, su fundador, el
suizo Juan Enrique Dunant, humanista y filántropo, que recibió el Premio Nobel
de la Paz en 1921, eligió el símbolo de la Cruz pensando que ninguna persona
civilizada iba a combatirla y detestarla. Como es lógico, en cualquier sociedad
libre habrá gente que le traiga sin cuidado este símbolo, pero desgraciadamente
también hay gente que la odia y la quema, faltando al respeto y a la
“democracia” de la que tanto se habla. Pero los talibanes, la “memoria histórica”
y la “memoria democrática, para algo están, oiga.
Los politicastros de dichas “memorias”, “magistrados”
de alta alcurnia, ubicados en suntuosos despachos con sus secretarias y
secretarios, manejan a través de los “mass-media” más ad hoc al sistema,
asuntos revisionistas de tiempos pasados, creando y buscando problemas que
jamás existieron, emitiendo juicios, dictámenes, análisis, diagnósticos, etc,
todos ellos equivocados, inexactos, erróneos, etc, a la vez que presentan y
exponen soluciones ridículas y extravagantes.
La técnica y la táctica que usan dichos politicastros, es buscar asuntos y
temas polémicos y discutibles para crear un enfrentamiento ideológico que les
permita aparecer y presentarse como buena gente, que se enfrenta a personas
malas, malvadas, ignominiosas, etc. Y así llegamos a donde llegamos: a las
“leyes de memoria”, para crear la “verdad oficial” sobre lo acontecido en
tiempos de la nefasta Segunda República, que son leyes vengativas y resentidas
que omiten y callan todas las barbaridades cometidas por su bando. Toda persona
que critique o no esté de acuerdo con este dogmatismo histórico,
automáticamente se la califica con las monsergas de siempre: fascista,
retrógrado, reaccionario, partidario de la conspiración judeo-vaticana, y demás
lindezas.
En fin, asaltando tumbas, demoliendo cruces, retirando lápidas, poniendo
nombre de criminales a calles y plazas, entrar tetas al aire en una capilla (no
en una mezquita), etc, así se “recuperan” dichas “memorias”. Para algo somos
progresistas, oiga: fomentando el enfrentamiento, el odio, el rencor, la
animadversión, etc,
Pero, claro, de la furia, de la cólera, del furor, de la ira homicida
contra la iglesia, contra los religiosos, contra las personas creyentes
auspiciada, promovida y desatada por la izquierda de aquellos tiempos
republicanos, ni mu.
Nota.- En imagen nidos de ametralladora en el Convento de las Adoratrices
de Oviedo, durante el período 1936-1937.
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