Ya hemos escrito varias veces sobre este tema. Y
volvemos otra vez porque dicho fanatismo sigue campando por sus respetos en
muchos millones de personas.
La principal característica del fanático político o
religioso, es la de la infiltración que, como ya supondrán, la practican en los
sistemas democráticos, a los que quieren destruir, viviendo como auténticos
parásitos en dichos sistemas. Sus disimulos, dobles caras, falsedades,
mentiras, etc, hacen que aparenten lo que no son, siendo muchas veces lo que no
aparentan.
Este tipo de fanático político y religioso, se cree
tener una visión privilegiada sobre el mundo, además de creerse siempre que
está en posesión de la verdad, despreciando, y en muchos casos odiando, a quien
no la comparte u opina de otro modo.
Además, piensa y vive apartado de toda lógica, siendo
prácticamente imposible entablar una seria conversación con él porque desprecia
y rehúye cualquier atisbo de razonamiento.
Otras características del fanático son el egoísmo y el egocentrismo, que hace que
muchas veces llegue a usar y emplear la violencia, ya sea individual o
colectiva, para defender sus ideas. El que quiera entender que entienda.
Y terminamos con un pensamiento de Bertrand Russell y
otro de M. Robespierre. Dice el primero:
“El principal problema de este mundo es
que los tontos y los fanáticos siempre están seguros de ellos mismos, mientras
que la gente inteligente anda llena de dudas”.
Y el segundo:
“El secreto de la libertad radica en
educar a las personas, mientras que el secreto de la tiranía está en
mantenerlos ignorantes”
Estas frases se pueden aplicar a muchos, a muchas y a “muches”.
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