Como decíamos en el artículo
anterior, la Teología
de la Liberación
es la revolución en nombre del Evangelio, como producto de una hermenéutica
bananera.
La TL tiene unas variantes, según los lugares. Así, por ejemplo, en Estados
Unidos están la “Teología Mestiza”, la “Teología ecumenista” y la “Teología negra”. Y en Corea del Sur la
“Teología Minjung”.
La TL fue, y es, una aliada de la subversión comunista. En América Central,
partidarios y militantes de las “Comunidades Eclesiales de Base”, no sólo se
contentaron con apoyar las guerrillas comunistas, sino que participaron en la
lucha armada. Como muestra de ellos, fueron los sacerdotes que murieron con las
armas en la mano. Sería los casos de García Laviana en Nicaragua, de Rutilio
Grande en El Salvador, del Padre “Camilo” en Colombia, que adoptó este nombre
en recuerdo de Camilo Torres, miembro de la guerrilla comunista, y muerto en
1.966, etc, etc.
Decía el Padre “Camilo”: “Cristo es el primero de los revolucionarios.
Y si la Biblia
y el fusil están unidos en Colombia, esto se debe al ejemplo del padre Camilo
Torres, que era la luz para Colombia”. Sin comentarios.
En fin, no merece la pena
seguir más con este tema. Terminaremos diciendo que los teólogos de este movimiento
fueron los grandes pregoneros del socialismo, partidarios del régimen
comunista, régimen que se identificaba con el Reino de Dios. Los viajes que
estos teólogos realizaron a Nicaragua, Cuba, China y a la desparecida URSS, no
eran más que pura propaganda. Uno de estos viajantes teólogos, Frei Betto, en
su obra “Fidel y la Religión.
Conversaciones con Frei Betto”, Editorial Geasa, Madrid 1986, 379 páginas,
presenta al tirano Fidel Castro como un ser dócil, pacífico y amante de la
Religión. Sin comentarios también.
Y terminamos con una frase
del ateo, filósofo y matemático italiano Piergiorgio Odifreddi: “Si leyeran
la Biblia, dejarían de creer”. No se le ocurrió decir que si leyeran a
Marx, también dejarían de ser comunistas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario