
Si eres un perceptor monocular de la realidad porque deduces lo que te dicen que tienes que deducir;si te refugias o escondes en ideologías que impiden ver la realidad e intercambiar ideas; si tu meta no es la honradez intelectual; si crees en el pensamiento único y también crees en el dogma de las certezas; si te consideras poseedor de la “hybris intelectualista” y crees asimismo que tienes una visión privilegiada sobre el mundo, si todo esto eres y crees, no entres en este blog.
domingo, 20 de mayo de 2018
La manipulación ideológica
Ya sabemos que un pueblo que olvida su historia se le puede manipular ideológicamente, al perder todo punto de referencia y su identidad. Claro que para maquillar y disimular esta manipulación, al pueblo se le llama “soberano” y asunto concluido.
No hay nada más que echar un vistazo a la historiografía reciente de esta raquítica España, historiografía manipulada por mor del relativismo, del materialismo y del positivismo.
Parece que lo que importa es el momento, el ahora, los descubrimientos técnicos, el progreso, la vida cómoda y muelle, etc. Si somos realistas y sinceros, y echamos un vistazo somero al reciente siglo XX terminado, veremos que por culpa de esos descubrimientos y progresos, ha sido el siglo más destructivo. Pero esto no se le dice al “pueblo soberano” que, como ya hemos dicho muchas veces, se conforma con el "ente" de los "famosos", y con la morfina social, es decir, el fútbol.
También se le dice a este pueblo, de una manera subliminal y silente, que el paraíso en la tierra aún es posible. Se sigue creyendo en esta utopía, aunque se haya derrumbado el tal paraíso.
Volviendo al tema de la historia, el desinterés que muestra la casta política por esta disciplina, es notorio, pero no público ¿Qué le puede suceder a un pueblo que ha olvidado su pasado? Pues al no tener referentes, ni experiencias, ni criterios, ni en quién mirarse, ni identidad, sucederá que la convivencia natural y pacífica sea poco menos que imposible, con las graves consecuencias que esto puede traer.
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