
Si eres un perceptor monocular de la realidad porque deduces lo que te dicen que tienes que deducir;si te refugias o escondes en ideologías que impiden ver la realidad e intercambiar ideas; si tu meta no es la honradez intelectual; si crees en el pensamiento único y también crees en el dogma de las certezas; si te consideras poseedor de la “hybris intelectualista” y crees asimismo que tienes una visión privilegiada sobre el mundo, si todo esto eres y crees, no entres en este blog.
miércoles, 10 de enero de 2018
Pandilla, derelictos y deliquio
El marxismo habla mucho de las masas y del proletariado, que son los que tienen que detentar el poder. Pero lo cierto es que estas masas y este proletariado están dominados y manejados por una pandilla, que se erige en una auténtica nomenklatura privilegiada y dominante, que controla todo lo habido y por haber: desde el ejército, pasando por la enseñanza, los medios de comunicación, etc, hasta la vida privada de esas masas, que se convierten automáticamente en un instrumento violento y fanático, que les lleva a todo tipo de actos, incluidos los terroristas. La pregunta surge inmediatamente: ¿cómo se las arreglan para despertar este “entusiasmo” por la causa? La respuesta es bien sencilla: engañando, mintiendo y sobre todo sembrando el odio.
También se consigue todo esto lavando el cerebro al proletariado y creando una psicosis colectiva con lo de la toma del poder.
Como muestra de todo esto, ahí tenemos a la pandilla castrista en Cuba que lleva 58 años de privilegios, mientras sigue reprimiendo y engañando al proletariado y a las masas de aquel bello país. Otro ejemplo es el de la implosionada URSS que duró casi tres cuartos de siglo, a pesar de los numerosos escritos, libros y derelictos de personas que en su día abrazaron el marxismo. También se podría poner el ejemplo de la pandilla familiar de Corea del Norte.
Pero a pesar de esto, y de muchas cosas más, aún quedan personas que se quedan con un deliquio tal ante la doctrina marxista, que los éxtasis de Santa Teresa serían meros arrobamientos.
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