martes, 14 de marzo de 2017

La dimensión moral de la persona ( y I X )


Como decíamos en el anterior artículo, en este último veremos los factores que hacen posible la convivencia humana.


Es obvio que todo lo que favorezca la cohesión social, siempre acompañado del orden necesario para conseguir el bien común, acompañado asimismo de la libertad y del respeto a la dignidad humana, contribuirá verdaderamente a la convivencia.

Los factores más importantes, según nuestra modesta opinión, para conseguir dicha convivencia son: solidaridad, cooperación, comprensión, autoridad,  libertad, Justicia y trabajo. Algunas de estas cosas hace años que brillan por su ausencia en esta España que no la “conoce ni la madre que la parió”.

La solidaridad entre las personas significa estar unas ligadas a otras, lo que supone el compartir alegrías, tristezas, malos momentos, preocupaciones, etc.

La cooperación viene como consecuencia de la solidaridad. Pongamos un ejemplo muy “ad hoc” con los tiempos actuales: si en un equipo de fútbol cada componente juega por su cuenta y sin cohesión, la derrota y el desastre estarán asegurados.

La comprensión nace del entendimiento de trabajar juntos para poder entenderse. Volviendo al ejemplo anterior, si los jugadores no se comprenden y no se entienden, el resultado ya se sabe cuál es.

La autoridad es necesaria para organizar correctamente la sociedad y mantener el orden, y sobre todo, hacer que se cumpla la Justicia, dejando de un lado normas y reglamentos locales que socavan  dicha Justicia.

La libertad es uno de los conceptos más manidos y manoseados. Muchas veces se usa por motivos políticos y según convenga. 

Aunque la autoridad tiene que ser firme, nunca tendrá que ser avasalladora y despótica, por una razón muy simple: por la propia dignidad de la persona que exige que se le respete. Cuando esto no sucede, es cuando las personas deben poner límites a dicha autoridad.

Con la Justicia ocurre lo mismo que con la libertad, además de ser saltada a la torera en muchas ocasiones. Aparte de perseguir de forma equitativa las tareas sociales, la Justicia debe velar por la justa distribución de beneficios y riquezas, lo mismo que debe velar también por los derechos y obligaciones de las personas, aunque de obligaciones poco se habla.


Y por fin el trabajo. Se podrían llenar páginas y páginas hablando sobre este asunto, como lo hicieron los Marx, Lenin, Marigella, Gramsci, Luxemburgo, Carrillo, Pasionaria, Fidel Castro, etc, etc. Todos ellos hablaron de bienes materiales. De espirituales no dijeron ni mu. No se dieron cuenta, ni quieren dársela los que les siguen,  que toda sociedad que no produce los bienes tanto materiales como espirituales que le son precisos y necesarios, terminará derrumbándose, como así ocurrió con la URSS.



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